domingo, 12 de abril de 2015

AD CIVITATEM IGAEDITANORVM ITER A.D. VI KAL. APRILES FACTVM

Puente Romano de Segura, sobre el río Erjas.
Dentro de la actividad titulada "¿Quiénes pagaron el Puente de Alcántara?", organizada por nuestro Departamento de Latín, Griego y Cultura Clásica en el marco del proyecto "Adopta un monumento" (anunciado en la entrada anterior de este blog), se programó una visita a la antigua CIVITAS IGAEDITANORVM, que posteriormente sería conocida como EGITANIA -sede episcopal con suevos y visigodos- y que hoy se corresponde con la aldeia histórica portuguesa de IDANHA-A-VELHA (perteneciente al concejo de Idanha-a-Nova, distrito de Castelo Branco), cuyas reducidas dimensiones  y escasa población actuales dificultan hacerse una idea aproximada de su pretérita grandeza, pero que de hecho fue uno de los principales núcleos urbanos de la provincia romana Lusitania (de la que fue capital nuestra Augusta Emerita, la Mérida contemporánea); se trata, además, del único plenamente identificado de los once populi de la Lusitania que aparecen en la Cartela de los Once Municipios que costearon la construcción del Puente Romano de Alcántara y en la que se basa nuestra actividad: los IGAEDITANI, que aparecen mencionados en primer lugar, encabezando la relación de municipios en esta inscripción de nuestro Puente.
Cartela de los Once Municipios, donde se menciona en primer lugar a los Igaeditani de Idanha-a-Velha. Puente Romano de Alcántara.
Diseñamos una actividad interdisciplinar en colaboración con los Departamentos de Francés y Portugués y de CC.NN., Biología y Geología de nuestro centro, ya que la excursión, desarrollada a lo largo de toda la jornada del jueves 26 de marzo, incluía también las visitas a la aldeia histórica de MONSANTO y a la pintoresca localidad de PENHA GARCIA y su Ruta de los Fósiles; ambas poblaciones igualmente raianas y en la misma región de la Beira Interior portuguesa. Y lo primero que nos detuvimos a admirar fue el Puente Romano de Segura sobre el río Erjas / Erges, construcción de factura muy similar a la de nuestro Puente de Alcántara, de hecho se le ha considerado como su hermano menor; fue objeto de una controvertida actuación hace pocos años, que reforzó sus pilares de sillares romanos con unos feos calzos de hormigón. A la visita a este puente pertenecen la primera foto incluida en esta entrada y también esta otra:
Posando con el Puente Romano de Segura.

Nuestro periplo por la Beira Interior raiana, tras dejar atrás tierras de Segura, Zebreira y Alcafozes, puso rumbo a IDANHA-A-VELHA, la Civitas Igaeditanorum, capital de los Igaeditani mencionados en el Puente de Alcántara fundada en el s. I a.C., donde, tras franquear la Porta Norte,
El grupo ante la Porta Norte de Idanha-a-Velha.
acudimos a nuestra cita de visita guiada que habíamos concertado con el Gabinete de Turismo de la Câmara Municipal de Idanha-a-Nova, cuyos técnicos Miguel y João nos mostraron y explicaron muy amablemente lo más destacable de la riqueza patrimonial que a lo largo de más de dos mil años ha ido atesorando esta pequeña aldeia histórica de Idanha-a-Velha. Tras un paseo por sus bien conservadas murallas,
Pasarela habilitada sobre la muralla de Idanha-a-Velha.
llegamos a la Igreja de Santa Maria, también conocida como por haber albergado la antigua sede episcopal egitaniense. Se trata de un auténtico museo viviente que data de los primeros tiempos del cristianismo, convirtiéndose posteriormente en catedral con los dominios suevo y visigodo y más tarde en mezquita tras la ocupación musulmana; una importante reforma en época manuelina (principios del s. XVI) le dio su configuración actual. Hoy se encuentra desacralizada y acoge todos los años diversos eventos culturales tales como congresos o conciertos.
Ante la Igreja de Santa Maria, antigua catedral de Egitania.
Tal vez lo más destacable en ella sea el baptisterio paleocristiano que se conserva ante su portada sur y que tuvimos ocasión de conocer con detalle asistiendo a las explicaciones de Miguel.

Miguel informa sobre el baptisterio paleocristiano.
En el espacio que circunda este singular templo, se encuentra una amplia área despejada, sembrada literalmente de piedras procedentes de la antigua ciudad romana; este espacio alberga el Arquivo Epigráfico, una de las mejores colecciones de epigrafía romana de toda la Península Ibérica. Muchas de estas inscripciones romanas, tanto funerarias como votivas y conmemorativas, se pueden ver al aire libre en esta zona.
Ruinas de época romana y Porta Sul. Idanha-a-Velha.
Pero los epígrafes más importantes y mejor conservados se encuentran a cubierto en el área musealizada del Arquivo Epigráfico, que es también un Centro de Interpretación de la Civitas Igaeditanorum romana.
Estela funeraria de época romana. Arquivo Epigráfico. Idanha-a-Velha.
Después pudimos conocer el Lagar de Varas, magnífico ejemplo de puesta en valor de una almazara tradicional, ejemplo de arqueología industrial que nos informa del aprovechamiento de los recursos agrícolas y la capacidad para su transformación en el seno de una pequeña comunidad rural.
Miguel explica el funcionamiento del Lagar de Varas.
Finalizamos la visita guiada en la Torre dos Templários (s. XIII), edificada por esta orden militar reutilizando los materiales de anteriores construcciones romanas (muy visibles en su base); se trata de un edificio que impresiona por su sobriedad, solidez y dimensiones.
En la Torre dos Templários. Idanha-a-Velha.
Tras despedirnos y dar las gracias a Miguel y João, dirigimos nuestros pasos hacia el centro de Idanha-a-Velha, admirando su Pelourinho (o picota) manuelina y su sencilla y elegante Igreja Matriz.
Ante el Pelourinho. Idanha-a-Velha.

Por las ruas de Idanha-a-Velha.
Por último, nuestros pasos se dirigieron al Puente sobre el río Ponsul, medieval pero de origen romano; por este puente pasaba precisamente la calzada que, procedente del Puente de Alcántara, se dirigía por aquí hacia tierras del noroeste de la Lusitania para ponerlas en comunicación con la capital provincial Augusta Emerita.
Puente de origen romano sobre el río Ponsul. Idanha-a-Velha.
Dejando atrás Idanha-a-Velha, nuestro siguiente destino fue otra aldeia histórica, la muy singular MONSANTO, asentada sobre un imponente monte-isla de granito que se alza como centinela señero de todas estas tierras fronterizas, siendo visible desde muchos puntos tanto de Portugal como de nuestra tierra extremeña.
Oteando horizontes desde Monsanto, bajo la mirada del galo de prata.
Monsanto ganó, por indiscutibles méritos propios, el título de Aldeia Mais Portuguesa de Portugal en 1938, que recibió junto con el vistoso y enorme gallo de plata que corona su Torre de Lucano. Monsanto es en sí misma una experiencia inolvidable para quien la visita, y sin duda la localidad con más atractivo turístico de toda esta comarca raiana.
Descanso en la subida al Castelo de Monsanto. Capela de São Miguel.
Camino del castillo, hicimos un alto en la románica Capela de São Miguel -hoy arruinada-, que conserva una muy curiosa espadaña exenta y numerosas sepulturas antropomorfas en sus inmediaciones; el conjunto nos recordó inevitablemente a nuestra extremeña Trevejo.
En el Castelo de Monsanto.
En la parte más alta del cabezo se encuentra la primitiva cerca medieval del Castelo templario, bastión inexpugnable que alberga intramuros otra iglesia y un peculiar aljibe, y desde donde las vistas sobre tierras portuguesas y españolas parecen no alcanzar límites.
En Monsanto, las viviendas se funden y confunden con los descomunales bolos graníticos.
Auténtica sinfonía de piedra, el encanto singular de Monsanto asalta al visitante a cada paso. Una naturaleza bravía y la paciente labor humana han logrado conjugarse armónicamente en un conjunto donde ninguna de las dos resulta definitivamente vencedora ni vencida.
Entrada a la Gruta de Monsanto.
Historia y leyenda se dan cita en Monsanto, donde a la sombra de sus piedras inmortales habitan hoy unas ochocientas personas que cuidan con mimo de cada rincón para orgullo propio y asombro del visitante.
Bajando por las ruas de Monsanto.
Bajamos de Monsanto guardando su recuerdo imborrable y con la certeza de que algún día nuestros pasos nos volverán a guiar a ella. Era hora de comer, y decidimos dirigirnos hacia las fronterizas Termas de Monfortinho, donde sus bien cuidados jardines y sus varios restaurantes de gastronomía raiana nos parecieron la mejor opción para hacer un breve descanso tras el cual completar nuestro viaje con la visita a PENHA GARCIA, conocida como la aldeia presépio ("aldea-Belén") por su vistoso asentamiento en la ladera de la sierra de su nombre y por su bien cuidada arquitectura popular.

"Asalto" al Castelo de Penha Garcia.
En lo más alto de la población, las ruinas del Castelo, otra fortaleza templaria más en nuestro camino. 

Desde el Castelo de Penha Garcia la vista se pierde en los horizontes rayanos.
Al otro lado, el sorprendente y encajado valle del curso alto del río Ponsul.
Y al otro lado, la sorpresa: el angosto y bellísimo valle del río Ponsul, que poco después de su nacimiento abre una tremenda brecha entre enormes paredones cuarcíticos, enclave singular de agua y piedra donde se han conservado magníficos ejemplares de fósiles de la Era Primaria: cruzianas y otros vestigios de animales y plantas que habitaron un antiguo fondo marino y que, tras los plegamientos orogénicos posteriores, han acabado formando parte de las paredes rocosas, conformando una muy interesante y bien señalizada  Rota dos Fósseis ("Ruta de los Fósiles").
Cruzianas, restos fósiles en Penha Garcia.
Un amable paisano se encuentra al cargo de la notable colección de fósiles (que por allí eran conocidos como cobras pintadas, esto es, "culebras pintadas") y minerales que se conserva en una vivienda tradicional recuperada, así como de unos antiguos molinos hidráulicos o aceñas que han sido acertadamente rehabilitados y donde él mismo se encarga de mantener la molienda del centeio (centeno) para abastecer el Forno Comunitário de Penha Garcia. Valle, fósiles, río y molinos conforman un conjunto de muy agradable visita en cualquier estación del año.

Entre fósiles y molinos. Penha Garcia.
Regresamos a Alcántara al caer la tarde, satisfechos de haber conocido algunos de los muchos tesoros escondidos en estas tierras raianas portuguesas que, en tantos aspectos, son tan próximas a nosotros.

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